28.10.17

Mauro no eres tu, soy yo.

Mis encuentros con Mauro eran cada vez más frecuentes, su situación de "hetero-curioso" ya me empezaba a aburrir, además el año escolar había llegado a su fin y tal como era de esperarse al acabar el bachillerato cada quién tomó su camino. Las reuniones del grupo de amigos eran cada vez menos frecuentes; sin embargo, Mauro seguía ahí, queriendo verme y follarme claro está.

Mis intentos por hacer que la "relación" terminará eran en vano, incluso logré convencerlo para que él fuese pasivo en más de una oportunidad. Pero algo en mi ya sentía rechazo por él seguramente es que yo necesitaba mucho más y bueno, para ser sinceros tampoco es que fuera tan bueno en la cama.

En visperas de mi cumpleaños, Mauro me iba a prestar unas cornetas con luces para celebrar mi cumpleaños, ese día Mauro llego a mi edificio en el carro de sus padres con las cosas, las subimos al apartamento como si nada y al bajar nuevamente al sótano me beso y me dijo que quería estar conmigo.

En mi casa era imposible porque estaba mi padre, pero nos arriezgamos y nos metimos en las escaleras del edificio, tenían puertas y los únicos que tenían llaves eran los propietarios y nadie las utilizaba cuando los ascensores servían así que nos dejamos llevar.

Mauro me besaba desesperadamente, hacia varias semanas ya que no nos veíamos a pesar de su insistencia, me tocaba todo el cuerpo pero realemente yo no quería. Así que tome una postura "superior" a él, no teníamos condones así que lo utilice de pretexto para que no me follara... Le di una pequeña mamada y pese a que no hice ni el más mínimo esfuerzo a él parecia gustarle, como siempre.

Me levante de golpe, él preguntó "¿Qué pasa?" yo no dije nada, solo le tome la cabeza y lo empuje hacia abajo, él comprendió y se dispuso a mamarmelo, me acariciaba las nalgas, en todo este tiempo había mejorado mucho su técnica, se lo tragaba entero pese al tamaño y grosor, intento parar pero con mi mano lo empuje para que siguiera, no iba a permitir que dejara la tarea a medias.

Escuchabamos ruidos de gente que entraba al sótano a tomar el ascensor, la adrenalina nos tenía a mil, en unos minutos en los que Mauro me lo mamaba freneticamente me vine, no le avise así que para su sorpresa termino con la boca llena de mi semen, con la boca llena me hacia señas de dónde podía escupirla, yo levante mis hombros en señal de no saber, así que le toco tragarselo.

Luego me dijo que se lo mamara, yo me negue y él no sabía como reaccionar "¿me vas a dejar así?", volví a levantar mis hombros, al darse cuenta de que no se lo iba a mamar empezo a masturbarse, "al menos besame, ¿si?", como quien no quiere la cosa accedí y me puse a besarlo a pesar de no terner muchas ganas hasta que acabo, derramo su semen en las escaleras del edificio. 

Inmediatamente abrí la puerta de las escaleras al sotano sin darle mucho tiempo para arreglarse, "Bueno vamos, tengo hambre y debo cocina", mi manera poco sutíl de correrlo. Mauro se fue.

Después de ese día intento volvernos a ver; sin embargo yo no quería, esa había sido nuestra última vez para mi, luego de unos meses comprendio que iba en serio y dejo de insistir. Y pese a que le dije Mauro no eres tu, soy yo. Era evidente que el problema era él, lastimosamente el poco morbo que sentía por él al ser el primer chico con el que había estado desapareció.

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